Soy Elena Palma,

la persona que hay detrás de Tiempo de Aprender

Mis orígenes

Soy psicóloga social de formación y consultora de profesión desde hace 25 años. Pero esa no fue mi primera vocación.

Desde niña quise ser bailarina y actriz. Dediqué diez años a la danza y cinco al teatro. Fueron años creativos y apasionados que disfruté muchísimo. Pero con el tiempo, aunque ambas disciplinas me encantaban, me di cuenta de que ese no era mi mundo y las abandoné. Con una sola decisión y, sin darme cuenta, me quedé huérfana y muda de golpe. Había perdido dos lenguajes con los que había crecido y no sabía muy bien cómo expresarme. Me costó tiempo y esfuerzos reaprender, pero encontré otro camino...

Elena Palma

Mi aprendizaje profesional

Empecé en el mundo de la consultoría trabajando con un profesor de la facultad. Entonces terminaba la carrera de psicología. Estuve tres años con él y se convirtió en mi primer referente profesional, para lo bueno y para lo malo. Lo bueno, aprender a construir cosas útiles para mis clientes con pasión y creatividad. Lo malo, la firme convicción de no vender humo y la necesidad innegociable de ser ética. No sólo nos inspira lo ejemplar, los defectos humanos también nos muestran qué caminos no queremos seguir.

El día que dije en casa que quería ser consultora mi padre se llevó las manos a la cabeza “¡Te vas a quemar! ¡Es una profesión cargada de incertidumbre! Y tenía toda la razón, pero con la osadía que da la juventud, no le hice ningún caso.

Los primeros años como consultora autónoma fueron bastante precarios. Trabajaba mucho y ganaba poco. Tenía algunos clientes directos, pero casi todas las formaciones las hacía a través de una empresa de consultoría que me acogió durante 16 años. Aprendí a emprender proyectos y formaciones escuchando, leyendo y metiendo la pata de vez en cuando. Algunas meteduras de pata fueron tan tremendas que todavía recuerdo el bofetón de realidad y el aprendizaje clarísimo que me trajo.

Recorrí todo tipo de empresas (familiares, pymes, multinacionales), sectores (sanidad, cultura, industria, investigación…) y niveles jerárquicos (desde el empleado en una cadena de montaje, hasta la dirección general). Con el tiempo me di cuenta de que, si quería que las cosas cambiaran, tenía que trabajar con aquellas personas que tomaban las decisiones. Así empecé a especializarme en equipos directivos. Primero con proyectos de desarrollo y luego con acompañamientos individuales. En los proyectos, formando en habilidades clave. En los acompañamientos, facilitando la adaptación a los puestos de responsabilidad, o ayudando a tomar decisiones en situaciones difíciles.

También me formé como coach y eso me dio algunas herramientas, pero nunca consideré que me definiera profesionalmente. Conforme el coaching fue ganando presencia en el mercado, yo fui alejándome cada vez más de esa etiqueta, hasta eliminarla de mis presentaciones.

El nacimiento de Tiempo de Aprender

En 2017, tres años antes de que el COVID nos dejara a todos confinados en casa, nació Tiempo de Aprender. El proyecto y la marca con el que emprendí mi camino profesional sin intermediarios. Con él gané la libertad para elegir los clientes con los que trabajo, los proyectos en los que me involucro y los criterios que me guían para hacerlo.

Al principio tuve miedo, pero compartir con otros ese vértigo me permitió descubrir que, en realidad, no caminaba sola. La red de compañeras y compañeros de viaje fue, y sigue siendo, algo tremendamente valioso.

Un año más tarde incorporé a una ayudante muy especial: Aurora.

Con ella empecé a ilustrar cada sesión y reconecté con la parte creativa y más lúdica de mis primeros años. Poder mostrar visualmente las conversaciones que mantengo con mis clientes, me permite facilitar para ellos la comprensión y el aprendizaje, sea en formaciones, proyectos de consultoría o procesos de mentoring.

Presente y propósito

Hoy, 25 años después de mis primeros pasos en esta profesión, puedo hablar con alegría y agradecimiento sobre mi primera vocación: la danza me dio sentido del ritmo, del movimiento y del espacio (que son aspectos clave en la comunicación), y el teatro me enseñó a no mentir, aunque suene paradójico para muchas personas. Hoy puedo contaros que mi vocación y propósito actuales no fueron fruto de ninguna iluminación repentina. Se fueron construyendo con el tiempo y la experiencia, hasta definirse en una frase sencilla: trabajo para que las personas sean más libres. Pero no la libertad de los bares que tanto se ha proclamado en los últimos años, sino la libertad del pensamiento crítico, de las decisiones, de la autonomía y la interdependencia. Por ese motivo, cuando un cliente me llama, exploro hasta qué punto está dispuesto a cuestionarse. Observo si es el momento oportuno para él o para ella, si se atreverá a cambiar para aprender.

Hace poco, durante una sesión, una clienta me respondió bastante enfadada “¡Las personas no cambiamos, solo nos adaptamos a las circunstancias!”. No le llevé la contraria, sólo le dije “puede ser... ¿tú eres la misma hoy que hace cinco años?”. No me respondió. Cuando volvimos a encontrarnos en la sesión siguiente, empezó a hablar con un tono mucho más conciliador y me dijo “Me he dado cuenta de que en realidad sí cambiamos, porque adaptarse es cambiar”. En ese momento, con esa toma de conciencia puntual y aparentemente sencilla, empezó su proceso de aprendizaje.

Mi libro

Aprender es caminar

Aprender es caminar

“APRENDER ES CAMINAR es un libro sencillo, breve y directo. Un espacio de reflexión en el que poder detenerte por unas horas y descubrir si estás viviendo una vida buena. Porque todos vivimos, pero no todos sabemos vivir bien. De entre todas las cosas que podemos hacer para vivir mejor, estas páginas te proponen el aprendizaje de cinco comportamientos clave. Tú elegirás los que puedan servirte. ¿Estás dispuesto a caminar?"

Elena Palma