Sí, regresar a casa. Y no sólo porque sea Navidad, sino porqué nos hace falta, porque lo merecemos. Regresar a casa; no a la que tenemos, sino a la que somos. Esa que habitamos desde que nacimos. Regresar a casa por un rato para darnos cuenta de quienes somos y cómo estamos. Algo sencillo.
En los últimos cinco años un libro reaparece en mis manos de vez en cuando: Biografía del silencio de Pablo d´Ors. Cada nueva lectura, a fragmentos, me permite detenerme un momento y respirar. Este fragmento me gusta especialmente:
“La meditación nos concentra, nos devuelve a casa, nos enseña a convivir con nuestro ser. Sin esa convivencia con uno mismo, sin estar centrado en lo que que realmente somos, veo muy difícil, por no decir imposible, una vida que pueda calificarse de humana y digna”
Lo mejor de todo es que, meditar, no significa necesariamente sentarse en posturas extrañas y cerrar los ojos mientras la cabeza nos da mil vueltas con pensamientos intrusivos. No. Meditar puede ser sencillamente detenerse y respirar. Sólo eso.
¿Cuantas veces lo has hecho en los últimos días? ¿En las últimas semanas? ¿En el último mes?
Es sólo un rato. Nos podemos permitir un rato ¿verdad?
Siempre que el año está por terminar parece que tengamos que hacer un repaso a todo lo vivido, aclarar lo que queremos y empezar el 1 de enero con propósitos firmes. A mí me parece abrumador. ¿Para que vamos a hacer eso justo ahora? ¿Por qué no hacerlo varias veces? El año tiene muchos días. La vida tiene muchos días. Nuestros propósitos merecen más que una reflexión estresada porque se termina diciembre.
Deberíamos poder regresar a “casa” a diario. Aunque sea sólo por unos minutos.
A veces, la forma más fácil, es proponerse un pequeño ritual.
Voy a proponer uno. Aunque lo ideal sería que cada cual diseñara el suyo propio, a su manera. Quizás este pueda servir como punto de partida e inspire otros mejores.
Ritual para regresar a casa:
Después de cenar, cuando ya sepas que lo que sigue puede ser tranquilo, siéntate unos minutos y responde a tres preguntas:
Primera pregunta: ¿Qué ha sido lo más valioso hoy?
Esta pregunta tiene una finalidad muy clara: darnos cuenta de las cosas buenas que hemos vivido. No tienen que ser grandes cosas. Basta con que alguien nos haya cedido el paso al cruzar la calle, o que el café que tomamos a primera hora estuviera delicioso. Pequeñas cosas, o quizás más grandes, que han tenido un valor positivo en nuestro día.
Segunda pregunta: ¿Qué sobra hoy?
Esta no acostumbra a costarnos mucho: son las cosas que no nos han gustado. Pero cuidado. Tiene trampa. No se trata de hablar de las circunstancias del día o de lo que han hecho los demás. Se trata de mirarnos a nosotros mismos. Por ejemplo: Hoy me sobra el estrés y el malhumor con que he trabajado. O bien, me sobra lo nervioso/a que me pongo cuando hay tráfico.
Tercera pregunta: ¿Qué quiero para mañana?
Esta parece fácil, veamos si lo es: se trata de poder describir de forma breve y precisa aquello en lo que queremos enfocarnos al día siguiente. Por ejemplo: Estar centrado cuando hable con mi jefe. O bien, mantenerme liviano y afrontar las situaciones que aparezcan con más alegría. Ya habrás oído más de una vez que, cuando nos concentramos en algo antes de irnos a dormir, las horas de sueño hacen milagros. Nuestro cerebro retiene esa idea y la mantiene en tu mente al día siguiente con más facilidad.
Realmente no es necesario esperar a final de año para proponerse cosas. Para concentrarnos. Para destilar la jornada y quedarnos con lo que de verdad importa. Podemos hacerlo todos los días. De hecho, si convertimos en una rutina cotidiana esta pequeña conversación con nosotros mismos, logramos estar más centrados y enfocar con más acierto nuestros días. Desde mi punto de vista, eso es algo saludable teniendo en cuenta la dispersión con la que vivimos en este mundo acelerado.
Por eso, ya que estos días brindamos más de lo habitual, quiero hacer un brindis final:
"Que todos los días puedan ser fin de año si de cuidar nuestros propósitos se trata. Que todas las noches regresemos a casa de verdad. Que todas las mañanas nos encuentren con la ilusión despierta y la energía disponible para que suceda lo mejor. ¡Salud!"