La confianza

Hay algo bonito en el rostro de una persona que confía. Sonríe de forma apacible y sus ojos ven cuando miran.

Confiar en uno mismo es una tarea ardua para la mayoría de las personas. Especialmente para las que han crecido aspirando al perfeccionismo. El perfeccionismo nos vuelve exigentes hasta la tiranía.

Somos humanos. Confiar no es ser perfecto. Esa meta no se alcanza nunca. Confiar es ser y dejarnos ser humanos. Por eso cuando alguien confía en sí mismo, su rostro refleja paz. Porque ha dejado de pelearse y batallar consigo mismo. Porque ha dejado de tiranizar su vida: tolera sus errores, aprecia sus logros y deja de aspirar a lo inalcanzable.

Somos más amables cuando confiamos. Confiamos sin soberbia, cuando los años nos han dado la experiencia, y sabemos de qué somos capaces. Confiamos con sabiduría, cuando esa misma experiencia, nos muestra todo lo que nos queda por aprender. Alguien que confía no es un ingenuo, si comprende honestamente, que no es invencible. Confiar es tomar lo que hemos cultivado, y seguir tropezando de vez en cuando con más sentido del humor. Confiar es sabernos capaces y vulnerables a la vez.


As soon as you trust yourself, you will know how to live”

Johann Wolfgang Goethe

Cuando logramos confiar en nosotros mismos, resulta más fácil confiar en los demás, siempre y cuando estemos dispuestos, por lo menos, a dos cosas:

La generosidad y el coraje.

Generosidad para aceptar que el otro también es humano, que puede cometer errores, o quizás no comportarse siempre según querríamos. Y sentir que, a pesar de todo, merece nuestra disposición a compartir y construir con él una relación valiosa.

Coraje para encajar el impacto mutuo que nos causaremos. Nuestra vulnerabilidad, cuando confiamos, se expone.

Cuando confiamos, construimos relaciones basadas en la benevolencia, y una parte importante de la tensión desaparece: la tensión de querer controlarlo todo.

Vale la pena desterrar un poco tanto control, elegir soltar algunas riendas, construir relaciones confiables y dejarnos caminar juntos. La vida es pura interdependencia.

De otra forma es imposible el liderazgo de un equipo, es imposible la amistad y es imposible el amor.

Relacionados

Cuando dejas de buscar el reconocimiento, empiezas a liderar

La frase que encabeza este texto no es mía....

¿Puede el poder ser vulnerable y continuar siendo poder?

“Cuanto más vulnerables nos descubrimos, más creativos y abiertos...

El poder más allá del género

"Siempre habrá personas con habilidades y subjetividades diferentes, y...

¿Por qué no es suficiente con cambiar nuestro estilo de liderazgo?

Cuando empecé en esta profesión, el 99% de los...

El poder: puro teatro

Cuentan Graeber y Wengrow que, durante buena parte de...